ERIK, HIJO DE ÁRKHELÁN. JUSTICIA Y HONOR
Justicia y honor es el lema que usó Árkheland
cuando fue jefe de la guardia real. Si en libro anterior de la trilogía, el
príncipe Harold había quedado en el reino vecino hasta su mayoría de edad,
Árkheland y Markus no permanecen inactivos en ese tiempo. Tienen que conseguir
apoyos para que cuando el futuro rey entre en sus tierras pueda tomar posesión
del trono. Si no ponen los medios, lo previsible es que el duque de Nordland lo
impida. Tras valorar esa opción, acuden a las tierras de los Dursmanni, unas
tribus al norte de su país y que, si se les promete y tierras y buen trato
pueden apoyar al príncipe Harold, o bien renunciar a entrar en las disputas del
reino del sur. Para convencerles, Árkheland, Markus, Erik y sus amigos deben
cruzar altas montañas que les separan, sin ser descubiertos por el camino. La
operación es compleja y dura, pero llegan a las tierras del norte; allí son
bien recibidos, pero el gran consejo de los dursmanni toma esas decisiones por
unanimidad. Así como Eric pierde pronto la paciencia, los adultos saben
esperar, no sin descubrir una de las razones del retraso. Con el permiso
oportuno, Eric, Darren y unos más van en barco hasta Ingerland, en cuyo puerto
toman tierra y se dirigen al castillo; además de saludar a la familia real,
Eric saludará a sus hermanos y transmitirá el acuerdo de fechas para coincidir
las dos expediciones, Harold hacia su capital y Árkheland con los guerreros
dursmanni que le acompañen. El duque de Nordland no permanecerá inactivo ante
esta acción y pondrá medios para evitarlo. Al terminar esa operación militar,
termina la trilogía; Eric la comenzó siendo adolescente y la termina en edad de
contraer compromisos matrimoniales.